Blog de la escritora Marilyn Estévez


Soy la que soy y no pretendo ser otra. Cuanto he hecho hasta hoy ha sido siempre con la idea de hacer el bien y ser mejor cada día. Escribo desde que recuerdo, porque las ideas llegan en cualquier momento de la jornada donde me encuentre, lo mismo da una parada de ómnibus, que en espera de la metro; basta un segundo en que esté a solas conmigo misma; las palabras me rodean, me incitan, y ya no puedo hacer otra cosa que coger un papel y dejar que renazcan, fluyan, párrafos e historias que después les cuento en espera que les guste y me hagan llegar sus comentarios de alguna forma. Amo la sinceridad y a los amigos. Amo a quien es generoso y a quien no maltrata a los animales.
He creado este nuevo blog con la idea de no alejarme nunca más, mientras Dios lo quiera. Aquí contaré mis vivencias, secretos, mis sueños y de lo que escribo.
A todos espero les guste.


Miles de saludos desde un pedacito de mi mundo.

domingo, 25 de marzo de 2012

Violencia de género

 



 Una amiga a quien llamaremos con nombre de fantasía Alina, había llegado a sus veintesiete años convencida que para ella no habría un hombre capaz de amarla. Cuando de pronto conoce a un atento ciudadano que no mas por su figura, aun siendo mucho mayor que ella, veinte años casi de diferencia, por lo simpático y por lo atento la hace enamorar de un día para otro. Y después dicen que el amor a primera vista no existe. Él era amable, le envíaba flores, no olvidaba fechas de eventos, cumpleaños; la llevaba a comer a lugares lindos o atraentes, por no decir que caros. Parecía estar pendiente de todas sus cosas, la complacía en todos sus gustos, casi como si adivinara cada singulo pensamiento de Alina. De ahí a poco se casaron. Ella dejó los estudios de Biología por él quien pocos meses después le pidió que dejara también el trabajo ya que con el suyo podían sostenerse. No muy tarde él también dejó el trabajo pues la fortuna que había adquirido en tantos años  de duro trabajo libre profesionista lo permitía. De ahí viajaron de ciudad en ciudad, y cambiaron ciudad y cambiaron país. en la nueva casa fue él quien escogió los muebles y toda clase de arredamiento, sin atender a los gustos de ella.
Poco a poco las amistades dejaron de ser muchas para pasar a ser pocas. Y con aquellas pocas Alina apenas hablaba porque su marido la requería o le iba a la contraria cada vez que intentaba decir alguna breve frase.
Pronto se acabaron las cenas fuera de casa.
Tenía unas manos hermosas, uñas largas a las que no hubiera renunciado por nada del mundo, pero él decía que para qué quería tener unas uñas tan largas con las que ni siquiera podía teclear los números de su celular. Alina renuncio al celular por no renunciar a sus uñas. Ya no se comunicaba con su familia. Si les llamaba por el teléfono fijo, él estaba siempre cerca para guiarla sobre lo que debía decirles. Él cada día más se la pasaba en internet y ella cada día más estaba más sola.
Tenía un pelo muy bonito, pero él la amonestaba cada vez que la tajaba mirándose al espejo. Le preguntaba que a quién quería gustar.
Pero Alina tenía un pasatiempo, desde siempre amó escribir. Por eso comenzó a dedicarse a la escritura como si fuera la única cosa que le recordaba que todavía podía hacer algo por sí misma. Cuando comprendió que la escritura podía ser además de un pasa tiempo la posibilidad de darse a conocer, para entonces desechó la idea de inmediato porque él dijo que si no se conocía alguno en el campo era imposible que le publicaran. Además, según él ella no tenía talento alguno, tampoco  era linda, no había terminado la carrera, no era capaz de hacer nada bien, en fin, era la nada. Por eso Alina borró todos sus escritos, o casi todos, regaló y botó todos los libros que poseí de otros autores, y decidió dedicarse completo a “ser una mujer”, la mujer que él quería que fuera, sin familia, sin amigos, sin pasiones que no fueran más allá que labores domésticas. Alina ya no era Alina. Alina se había anulado. Así que como incluso había dejado de tener dinero en la bolsa porque él era el hombre de la casa y era él quien controlaba todos los gastos, nueve años después, el día en que decidió terminar con todo aquel martirio y marcharse definitivamente de aquella casa no sabía hacia  dónde ir y tanto menos cómo.

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